Érase una vez una abuela y su nieto que vivían juntos en una casita junto a los grandes bosques. Una fría mañana de invierno, la abuela dijo: «Nieto, por favor, vete a buscar algunas astillas para el fuego, para que pueda preparar unas gachas».
El niño, que era un chico obediente, se vistió con su cálido traje de invierno para la nieve. Se puso las botas forradas de piel, una cálida bufanda alrededor del cuello y se tapó las orejas con un cálido gorro. Entonces se puso sus guantes.